miércoles, 2 de marzo de 2016

Calcetines sin pareja

Juro por Dios que el día que hicimos las maletas para venir a vivir a Saffron Walden, cogimos pocas cosas. Y de esas pocas cosas que nos trajimos, estoy segura de que todos los calcetines que trajimos eran calcetines aparejados, todos con su compañero. Quizá siete por miembro, de la familia, quizá cinco, no lo sé, pero lo que sí es cierto es que todos, TODOS, tenían compañero. No llevábamos ni dos semanas aquí y al menos uno 20% de los calcetines que juntamos toda la familia, habían perdido a su compañero. Y aquí no hay trampa ni cartón, tenemos tan pocos muebles, tan poca cacharrada, que no hay opción a que hayan quedado en el fondo del cubo de la ropa sucia, que no tenemos, o escondidos bajo una alfombra, que tampoco tenemos, o detrás de un inexistente paragüero... no señor, estamos en un todo a la vista.
Ni mudándote de país escapas al conjuro y misterio de los calcetines desaparecidos.