Ayer pasé un día de nervios tremendos. Por la noche acudí a una quedado con las madres del colegio. Ladies out, en un pub local para tomar algo. A las 8 de la noche, que es como en Madrid quedar a las 2 de la madrugada. Miro en sus perfiles de FB y veo que muchas de ellas hablan de lo divertido que son estos encuentros y donde, al parecer, se sienten taaaaan libres como para beberse todo el vino del salón. Salí de casa con el tiempo justo para llegar diez minutos tarde y no ser la primera, pero para mi sorpresa, fui la primera. A punto estaba de pedirme algo, cual soltera solitaria intentando ligar con algún buen partido local, cuando se presentó otra madre, también recién llegada hacía poco y que no conocía a nadie. Así que nos pedimos dos grandes cervezas y nos hicimos amigas para siempre. A la media hora estábamos sentadas en unos elegantes sofás del pub y ya éramos un grupo de diez mujeres que lo primero que nos preguntábamos, ¿y tú de quién eres madre? (una nueva versión del ¿y tú de quién eres?).
Las únicas que tomábamos cerveza éramos las extranjeras, las dos españolas y my best friend forever, que resultó ser inglesa recién retornada de cinco años en Waterloo, Bélgica. Las demás tomaban prosecco como si no hubiese un mañana, pidiendo botellas sin piedad. Yo estaba convencida de que en menos que canta un gallo las inglesas estarían subidas a la mesa, bailando y enseñando las bragas, mientras que nosotras tres, que solo íbamos por la segunda cerveza, mantendríamos la dignidad y el pabellón bien alto. Pero de pronto comencé a notar cierto malestar, la tierra, el pub, se movía un poquito y en mi estómago pasaban cosas raras. Aterrorizada con la idea de que la cosa fuese a más en mi primera cita, decidí retirarme a tiempo y discretamente llamé a Héctor para que viniese a buscarme. Me sentía incapaz de subir caminando la cuesta a casa, que en aquel momento me parecía lo mismo que subir al Everest. Me alegré inmesamente de que la CML se hubiese sentado al otro extremo del grupo, así si la cosa empeoraba, no tendría que pisarle a ella en caso de que tuviese que salir al baño. Héctor llegó a los 5 minutos de mi llamada. Y todo lo demás, es bruma.
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