Dos días en Saffron Walden, los más intensos de mi vida, y ya he pasado por todo, desde la toma de posesión de la casa hasta la visita a las urgencias del hospital. Nunca creí que se pudiesen hacer tantas cosas en tan poco tiempo y todo desde un campamento base, nuestra casa de Hunters Way, que está totalmente vacía y por supuesto sin línea de teléfono ni internet. El sábado firmamos el contrato de alquiler más largo que he leído en mi vida. ¿Cómo puede una casa vacía tener un inventario de dieciocho páginas? ¡Tiene detallado hasta los enchufes de la luz!. Compras por aquí y por allí, muebles, comida, más muebles. ¿Cuantas sillas se necesitan para empezar de cero? ¿Es necesario un lavavijllas? ¿Compramos una estantería o dos? Cada vez que voy a pagar algo no puedo evitar recordarme que aquí solo estaremos ocho meses, pero es difícil vivir en la precariedad absoluta cuando tienes tres niños, más de 45 años y llevas toda tu vida acostumbrada a tener un sofá, camas con patas, y mesa de comedor. La vida burguesa es adictiva.
El domingo tuvimos que ir de urgencias al hospital. Me desperté con un terrible dolor en la cara y era incapaz de identificar el origen, no sabía si me dolía el oído, las muelas, la mandíbula... Era incapaz de abrir la boca y hasta de girar la cabeza. Sorprendentemente en el hospital de Cambridge fueron eficientes y muy rápidos y además me dieron una lección de anatomía: tienes una infección en la glándula parótida, me dijo el médico y ante mi cara de asombro (ignorancia, más bien), me mostró un dibujo con todos los músculos y nervios que pasan por la zona. Aliviada por el diagnóstico y la prescripción- antibióticos y antiinflamatorios-- y aprovechando que los niños se habían quedado felices en casa de Isabel, al salir nos dio tiempo a pasar por las charities del lugar y comprar media casa más. Así que ya tenemos lavadora y alguna estantería y mesa auxiliar. Vendrán la semana que viene. Los esperamos como agua de mayo.
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